La superación constante de Pipi
Apasionada del deporte, perseverante, luchadora. La vida deportiva de Jorgelina Mariotta transcurrió durante la infancia y la adolescencia en las canchas de básquet, y desde hace casi una década en la adultez con el running, siendo una de las protagonistas femeninas destacadas de nuestra ciudad.
Jugaba en Ben Hur de base o escolta, y disfrutaba de la disciplina que también practicaba su hermano mayor José.
«Me sumé cuando tenía ocho años, ibamos caminando con mi hermano hasta el club en calle Saavedra. Recuerdo que mis profes eran Juan (Desumvila) y Daniel (Ré). Tenía edad de Escuelita, pero enseguida me pasaron a premini. Y jugué hasta los 18 años, edad que arranqué la Facultad y ya no me dieron los tiempos «, recordó Pipi sobre esos tiempos con la pelota naranja.
No obstante, después de recibirse a los 24 años de Ingeniera Civil, intentó retomar, pero ya no fue lo mismo. «No me interesó de la misma manera, asi que duró menos de un año ese regreso».
En esa búsqueda de mantenerse ligada al deporte o a la actividad física, contó su llegada al Running. «Por lo general hacía entrenamiento en gimnasio, en los horarios que me quedaban cómodos, generalmente a la siesta. Pero empecé a ir a trotar a la ciclovía, y tenía la costumbre de hacer el trayecto hasta el agua. Y un día decidí tomarme el tiempo, le conté a unos amigos y les pareció muy bueno para alguien que nunca corrió», recordó sobre click que despertó el interés.
En esos tiempos, Jorgelina estaba también enfocada en la tesis para su carrera y los estudios seguían ocupando mucho tiempo, complementado con sus primeras actividades laborales. Pero un día llegó la primera carrera. «Fue en Humberto, en 2014, era una prueba de 10 kilómetros pero no había ido pensando en correr, de hecho estaba con ropa de entrenamiento normal. Pero mis amigas me insistieron, me inscribí ahí mismo y terminé saliendo segunda en mi categoría, muy contenta», recordó sonriendo.
Así que con ese primer antecedente y la recomendación para buscar un entrenador «fui hasta el CEF 53 y empecé con Ariel Magallanes, con quien seguimos actualmente», describió, acotando que «en ese entonces no había el furor por el running que tenemos hoy, eramos muy pocos y la enseñanza era casi personalizada, en la pista».
A partir de ese entonces, el entusiasmo creció a tal punto que «cada dos meses corría y por lógica, empezaron los dolores físicos», una circunstancia que continuaría más adelante, cuando se enfocó en distancias mayores. «En 2016 tuve mi primer 21k en Santa Fe y en 2019 me animé al primer Maratón, en Buenos Aires».
Sobre esa primera gran experiencia en 42k, recordó que «un mes antes me agarró tendinitis, y corrí los 21k de Rafaela que fueron previamente con molestias. Pero los 42 no me los iba a perder, la idea era si me dolía la rodilla parar, pero por suerte no tuve prácticamente dolores, cuando en la prueba de acá había sido terrible. Fue inolvidable porque lo completé en 4h12m y lo pude disfrutar con mi mamá que me acompañó».
Después, en 2020 la pandemia frenó el deporte como muchas otras actividades y en el confinamiento Pipi tuvo que ingeniárselas en el balcón del departamento, o en el patio de sus padres a los que visitaba por ser personas con riesgo en la salud, para intentar mantenerse en forma física.
El regreso grande fue en 2021 otra vez en Buenos Aires, con un gran tiempo personal de 3h29, es decir bajando más de media hora el registro de dos años atrás. Pero el dato saliente de esa carrera, es que la preparó con apenas un mes de antelación. “Como estaba la incertidumbre si se hacía o no, no entrenaba para 42k. Pero en septiembre confirmaron que se hacía y tras consultar con Ariel, me dio un plan para encararla dentro de esas posibilidades de tiempo. Por lógica, una semana antes de viajar me aparecieron dolores en el gemelo, y tuve que hacer kinesiología. Por suerte en Buenos Aires terminé entera y la verdad, todavía no puedo creer todavía el tiempo que hice”.
El aspecto para resaltar es que Jorgelina trabaja desde hace siete años en una empresa sunchalense, motivo por el cual viaja de lunes a viernes a las 6 hacia Sunchales y vuelve a Rafaela a las 18. Cada tanto, además, se traslada a Santiago del Estero u otras ciudades lo cual complica aún más sus tiempos para entrenar.
Así, entre cálculos para tanques metálicos para el agua, o Dirección de Obra, cómputos o presupuestos vinculados a la Ingeniería Civil, piensa en qué momento llegar a cumplir la rutina entregada por su entrenador, o cuál carrera anotarse. “Hace poco, antes de los 21k de Rosario, tuve que completar el entrenamiento estando en Santiago”, expresó.
De todos modos, también busca espacios para cosas nuevas, y hace algunos meses disfrutó de su primera carrera de montaña.
“Los corredores somos personas individualistas, resistentes, organizados, disciplinados y de férrea voluntad. Creo que el deporte no modifica la personalidad de uno sino que acentúa y reafirma aquellos rasgos que ya tenemos incorporados, y lo que vamos desarrollando a lo largo de los años”, nos compartió como frase final descriptiva que asimila, a partir de su propia experiencia.
NOTA: este texto forma parte de los contenidos del número 108 de Revista Todo a Pulmón, edición impresa de Julio 2022.