¡¡¡Inclaudicables!!!
El triatlón es sinónimo de gran esfuerzo en la combinación de natación, ciclismo y atletismo. Susana Hauswirth y Catalina Ingaramo disfrutan de esta disciplina y, mientras esperan el regreso de las competencias, nos contaron sus sensaciones de la pasión que potencia aún más el vínculo de madre e hija.
Ciclismo, atletismo, natación, triatlón si combinamos todas. El deporte en general a través de distintas disciplinas formó parte desde muy chica en la vida diaria de Susana Hauswirth, allá en Reconquista donde su padre Adolfo, que fue profesor de Educación Física y emprendedor para organización de torneos de distinta índole, le transmitió la pasión deportiva. Hace un par de meses, inclusive, recibió varios llamados desde aquella ciudad para interiorizarla del posible traslado de la pista de atletismo que lleva el nombre de su papá por un proyecto de loteo, que preocupaba a chicos ante la posibilidad de perder un lugar para realizar deporte.
Su hija menor, Catalina, heredó los genes de esa necesidad de convivir en el día a día con la actividad física y el deporte en general. Fue una muy buena jugadora de hockey en el CRAR e integró seleccionados santafesinos, hasta que hace un par de años decidió hacer un giro y seguir directamente el camino que empezó a transitar Susana hacia el triatlón, con una preferencia por el pedestrismo donde consiguió meritorias performances.
«Llegamos en 2006 a Rafaela, Catalina tenía 4 años y Costanza, mi hija mayor 6. Desde los 14 años había hecho ciclismo, por la Facultad había interrumpido más allá que siempre practicaba deporte. Y aquí en Rafaela retomé en el 2008 con el mountain bike y rural bike, que me invitaron en el gimnasio Sólido Gym, a través de Fernando Simondi, que era profesor. Mi primera carrera fue en Humboldt y ahí empezamos otra vez», recordó sobre cómo se dieron las cosas.
Recordó, quien es bioquímica de profesión, que «hice luego varios Desafío del Río Pinto, empecé a entrenar con los Capella en el Club Ciclista, me fui a la rueda fina en la pista y seguimos». Hasta que apareció un referente del Tria en la ciudad para probar lo que más disfruta en la actualidad.
«El primer Tria surgió de estar corriendo un 21k, aunque yo corría 10 kilómetros. Omar Torres me dice ‘Flaca, corrés bien, pedaleás bien, nadás, ¿porqué no hacés Triatlón?’. En realidad yo después de la Facultad, cuando tenía 24 años en Reconquista había corrido uno. Entonces, acá en Rafaela estaba Joaquín Avila con varios chicos que habian formado el primer grupo, empecé a nadar con ellos, a entrenar y corrí el primero en Valle María (Entre Ríos)», relató de esas experiencias iniciales.
Las expectativas fueron en aumento, de mano de la confianza por la mejoría en el día a día, combinándolas con los deseos de disfrutar lo que rodeaba estos eventos. «Seguimos toda la temporada de verano, y después surgió la loca idea de hacer un 70.3 en Miami. Fuimos con Pablo Bainotti, Natalia Koch y Fernando Colucci, y quedamos muy contentos».
Así después siguieron dos Mundiales, junto a Sergio Peretti y Pablo Bainotti. Susana logró en Monterrey la clasificación para Sudáfrica en 2018 y en Nordelta para Niza 2019. Este año había clasificado en Bariloche el 1 de marzo para Nueva Zelanda, pero el Mundial se suspendió por la pandemia y fue trasladado a Estados Unidos para 2021.
Su evolución ha sido muy satisfactoria, recordando que en Francia el año anterior completó los 1,9 kilómetros de natación; 90 kilómetros de ciclismo y 21 de pedestrismo en 6h17m33s. Con el mencionado registro se ubicó en el puesto 80 de la categoría de 50 a 54 años, sobre 192 participantes.
LOS PASOS DE CATA
Por su parte, Catalina nos fue describiendo su identificación con estas disciplinas individuales de esta manera:
«Yo hacía hockey pero también me gustaba mucho correr y demás. Y fue cuando mi mamá empezaba con las distancias mas largas que capaz que la veía entrenando y me motivaba para agarrar la bici, o meterle un trote. En ese tiempo también arranqué a nadar», mostrando su pasión por la actividad física en general.
No obstante, recalcó que «tuvo mucho que ver el viaje que hice a Nueva Zelanda (en un intercambio estudiantil) donde la cultura que tienen del deporte hizo que me re-enganche». En esa estadía en Oceanía participó de un par de competencias que la fueron terminando de convencer, algo parecido a lo que contó sobre la primera parte de este año.
«Me gusta mucho todo esa movida de gente, como lo vi en Rosario ya que estudio Medicina y en estos meses comprobé como la gente sale a correr mucho, o a andar en bici», acotó.
Si bien todavía no ha llegado a la decena de competencias combinadas, Cata muestra una muy buena adaptación. Por ejemplo fue cuarta en juniors en enero de este año en La Paz, donde Susana fue segunda en su categoría, en el que es por lejos el más importante y lindo del país. Y meses antes, en octubre de 2019, compitieron en el Half Triatlón de Rosario donde Cata fue segunda en la categoría de 18 a 29, y Susi ganó su división.
En pedestrismo, su especialiad, la juvenil de 18 años durante el año pasado estuvo en todas las pruebas de la región en los primeros puestos de la general, por ejemplo cuarta en Rafaela en la Homenaje a Daniel Tecla Farías y en los 10k de Peñarol, y tercera en San Francisco.
Por ende, reconoce que «me gusta mucho correr, espero la parte de dejar la bici, ponerme las zapatillas y salir corriendo», lo cual es lo opuesto en su madre, que menciona: «yo no quiero que se termine la parte de la bici jaja».
Susana está siendo parte del grupo de entrenamiento de Ariel Magallanes puntualmente «en el fortalecimiento y prevención de lesiones, teníamos tiempo con el tema de la cuarentena, nadar no se podía (ahora lo hace en Los Delfines) y decidimos este tema porque a nuestra edad es muy importante para no quedarte afuera dos meses, y seguir progresando estando fuertes».
En tanto, Catalina forma parte del grupo Vikingos Running Spirit de Rodrigo Visconti. «Ahora estoy corriendo y voy al gimnasio. No estoy nadando en estos momentos pero tengo ganas de volver», destacó.
NOTA: este texto fue publicado originalmente en la edición impresa del número 89 de Revista Todo a Pulmón, octubre de 2020.