Efecto pandemia y decisiones dirigenciales

Durante la reunión que realizó de manera virtual la Liga Rafaelina de Fútbol en esta semana hubo una mención que resulta interesante, en cuanto a los efectos o consecuencias que puede generar la pandemia del Covid 19 en el mapa deportivo de la ciudad, la provincia o hasta el país. El delegado del Club Peñarol solicitó la apertura de entrenamientos porque se estaba dando que varios chicos estaban empezando a incursionar en otras disciplinas deportivas, ante la imposibilidad de hacerlo en el fútbol porque AFA no lo estaba autorizando.
Luego, justamente ese día, quedó definido entre el Gobierno Nacional y la Asociación del Fútbol Argentino el regreso escalonado a los entrenamientos por categorías, pero en el caso de la actividad amateur todavía no está confirmado, y podría darse a mediados de septiembre. Igualmente, aún no ha trascendido nada de manera oficial sobre las categorías infantiles o juveniles.
Si bien es una situación inédita que el deporte más popular del país pueda quedar un año entero sin tener actividad en Argentina, al menos en cuanto a los chicos, no deja de ser un llamado de atención o hasta una oportunidad para que los dirigentes empiecen a analizar con mayor detenimiento que el resto de los deportes que se practican en sus instituciones son también importantes. Es decir, establecer prioridades si lo desean, pero tratar de enfocarse en un desarrollo más social en cuanto a práctica deportiva.

Podríamos, a modo de ejemplo, recordar que el fútbol femenino volvió de manera oficial a los clubes locales porque existe una recomendación de Conmebol y AFA, es decir estamentos superiores. De lo contrario hubiera sido difícil que en el corto plazo se hubiera dado de esa manera.
Casi todos los deportes en nuestra provincia pudieron regresar a mediados de junio, cuando el fútbol aún no lo ha hecho por una decisión -arbitraria por cierto, sin tener en cuenta realidades diferenciadas a lo largo y ancho del país- de su propia dirigencia a nivel nacional.
De tal modo, en esas instituciones se pudo volver a generar algunos recursos a través del cobro de cuotas deportivas y sociales, mientras que en el caso de los clubes con gran preponderancia del fútbol la crisis es mayor.
Respecto a los cambios de deporte de los chicos, es algo que no sorprende. Ha sido mucho el tiempo sin prácticas, y la necesidad de actividad física -aún con las limitaciones que determinan los protocolos- o de compartir momentos con otros jóvenes amigos en un ámbito que se extraña, impulsa estas decisiones. A eso se suma que la poca actividad escolar, solamente a modo virtual, genera mayor tiempo que a muchos le gusta destinarlo al deporte.
En los clubes más grandes, con espacios físicos más amplios, puede facilitarse el desarrollo de nuevas disciplinas. En los más chicos es más complicado, pero a veces no es necesario tener grandes dimensiones para acomodarse. Simplemente tener iniciativa y luego apoyar.