Una cuestión de familia
Los hermanos Brown son un lindo ejemplo del amor por el Club. Llegaron juntos al CRAR y en sus respectivas disciplinas pudieron hacer el recorrido, consolidarse en primera y sumar con trabajo en las divisiones menores.
El sentido de pertenencia hacia un club lo palpamos mucho más en el deporte amateur. Tenemos innumerables ejemplos de personas que transitan prácticamente una vida entera tratando de ayudar a los colores con los cuales se ha identificado desde niño. El Círculo Rafaelino es un Club joven, que en 2021 cumplirá sus primeros 40 años.
Por sus canchas de rugby y hockey ha transitado durante la mitad de ellos la familia Brown. Los hermanos María Elena, Guillermo y Ricardo son una muestra de esa identificación, en la que la foto habitual son los partidos de los sábados, pero que detrás está el entrenamiento en la semana, las charlas de cómo jugaron, el dar una mano con las categorías juveniles y mucho más.
La mayor es «Helen» de 29, quien además de jugar como volante en la primera de hockey es preparadora física en Sub 12, 14 y 16. Guille tiene 27 y puede jugar como wing o centro; mientras que Riki se desenvuelve como medio scrum o wing en el elenco superior del rugby verde.
A los pocos años que su familia vino de San Javier -aunque Elena nació en Cañada de Gómez- los tres hermanos llegaron al Club. «Vinimos los tres juntos, en realidad lo traían a Guillermo, pero nos terminamos quedando los tres. Vieron que había hockey para mí, y preguntaron la edad de Riki, que tenía cuatro o cinco años. Y le dijeron que se quede también», recordó Elena.
Ella debutó con 15 años en la primera, en la vieja cancha de tierra. «No me acuerdo el rival, sí el entrenador que era Alito Cattáneo», mencionó.
Guillermo tuvo su primer partido en el equipo principal cuando tenía 19 años. «El plantel superior se tuvo que dividir, una parte que iba al Regional del Centro y la otra jugaba un Clausura, en la parte final del año. Me había tocado ir al del Regional como suplente de Maxi Bertholt, entré y jugué un ratito, me parece que a Villa María. El técnico era Quique López», recordó.
El más chico de los hermanos empezó a ser protagonista de primera «en 2014. Fue el debut, de local contra Jockey. Había subido ese año. Era suplente, pero ese año también tuve algunos partidos de titular. Yo jugué siempre de medio scrum, me gusta un poco más que de wing».
En las infantiles y juveniles Guillermo también era medio scrum. «Luego me pasaron de wing que me gustó más. Y después de centro, y lo mismo».
Volviendo al menor de los hermanos, por su personalidad donde rara vez se lo ve de mal humor y está siempre dispuesto para las bromas, es fácil pedirle que cuente alguna anécdota divertida. «Más de uno aquí me quiso echar, jajaja. Recuerdo que una vez en un viaje de juvenil, prendí un cigarrillo, vino Diego Acosta y me pegó una cachetada. ‘Así no’ me dijo».
LOS ANALISIS DE PARTIDOS
En épocas habituales de torneos puede verse a los varones viendo a su hermana en el sintético, junto a mamá (el padre falleció hace 9 años). O al revés en las canchas de rugby.
«Cuando no nos coinciden las fechas y horarios nos vemos. Me critican no como juego, sino me dicen no corriste nada gorda, jaja», reprocha sonriendo Elena.
En tanto, Riki aporta que «como conocemos los dos deportes, sabemos si tuvieron errores y luego se los reclamamos en casa», aunque junto con Guillermo se ríen que ella es «la que se enoja más y queda con más bronca después de un mal partido».
Admitiéndolo, Elena reconoce que «ellos se relajan un poco más, es como que se duchan y se las pasa».
DEL OTRO LADO
Elena viene trabajando hace algunos años como Profe en las juveniles del hockey; mientras que Ricardo está con el M9, recién recibido. Guillermo, que no siguió la misma carrera que sus hermanos, igualmente cuando puede da una mano como ocurrió hace algunos años en M14 junto a Juan Imvinkelried.
Este año es complicado, mucho tiempo entrenado de manera virtual, luego presencial pero sin objetivos.
«No sabés que hacer. Ahora hacemos gimnasio, corremos un poco, pero igual hay días donde cuesta venir al saber que no hay objetivos inmediatos», reconoce Guille.
«Ahora por ahí se hacen más juegos, jugamos más de lo que corremos para que se sigan enganchando. Los entrenamientos no tienen el mismo ritmo ni exigencias, son relajados, lo mismo en primera. Estamos repuntando», mencionó Elena.
Y así terminó una linda charla con los hermanos Brown. Los que ponen, como varios, su granito de arena dentro y fuera de la cancha para que CRAR siga creciendo.
NOTA: este texto fue publicado en la edición impresa de Revista Todo a Pulmón de septiembre, número 88.