Walter Lemos, la leyenda del atletismo argentino que tendrá su calle en Sunchales

A partir de la decisión tomada por el Concejo Municipal de Sunchales de denominar «Walter Cándido Lemos» a una calle de esa ciudad, como homenaje a una gran figura del atletismo argentino nacida en la cercana localidad, indagamos un poco más en los antecedentes de quien brillara en la década del ’50 con una historia muy rica en resultados y que fuera afectado, como muchos otros deportistas en esos tiempos, por decisiones irracionales a nivel político.

Tomando como referencia una nota publicada por Tomás Rodriguez en el diario El Litoral en 2014, año de su fallecimiento, comprendimos que fue parte de una generación dorada de fondistas argentinos, utilizando la denominación con que nos enorgullecimos del seleccionado de básquetbol masculino en las últimas décadas.

Walter nació a unos dos kilómetros al este del desaparecido Fuerte de los Sunchales el 23 de abril de 1930, y sus padres, Claudia Lastra y Manuel Lemos, tuvieron seis hijos más. Su fallecimiento fue el 9 de junio de 2014 en Buenos Aires.

Vivió siempre de su noble oficio de carpintero. Se entrenaba en las horas libres, un amateur nato al que apodaban «Caldera» por su carácter recio.  A fines de la década del ‘40 se entrenaba corriendo por los campos y caminos de Sunchales y localidades adyacentes del departamento Castellanos. Soñaba con participar y repetir las hazañas de los comprovincianos Juan Carlos Zabala y Delfo Cabrera, medallas de oro en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1932 y Londres 1948, respectivamente.

Su otra pasión era el fútbol y llegó a jugar en primera división del Club Deportivo Libertad en los torneos de la Liga Rafaelina como mediocampista.

A los 20 años, Lemos arrasaba con la mayoría de las pruebas de calle de la región; soñaba y tenía la ilusión de vencer en un maratón olímpico, la prueba de mayor jerarquía de los Juegos de Melbourne de 1956. Para concretar su deseo, su máximo rival y amigo (hasta sus últimos días de existencia) era el bonaerene Osvaldo Roberto Suárez.

Frente a la garra y la pujanza de Lemos, Suárez poseía una excelente técnica de carrera y, sobre todo, una mayor velocidad final. Ambos eran preparados por dos de los mejores entrenadores que registran nuestros libros atléticos: Don Pancho Mura guiaba los pasos de Lemos desde su llegada a Buenos Aires mientras Suárez era la “joya” de Alejandro Stirling, el austríaco que había llevado a Zabala hasta la consagración olímpica

La primera carrera en la que participó Lemos fue organizada por el desaparecido bar Cifré de su Sunchales, e invitaba a los jugadores de primera y segunda división de Deportivo Libertad; además fueron de la partida -como invitados- conocidos fondistas de Buenos Aires, Rosario, Córdoba, Paraná, San Francisco y Rafaela, entre otras localidades. Resultó segundo, a medio metro del vencedor, el santafesino Juan Osuna.

Poco tiempo después, en Rafaela, Lemos sorprendió a los entendidos al superar por 300 metros al campeón argentino y sudamericano de cross country, Reinaldo Berto Gorno (medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Helsinki 1952, detrás del checoslovaco Emile Zatopek).

El sunchalense saltó a la fama al ganar en 1954 el popular “Maratón de los Barrios” organizado por la revista semanal El Gráfico por las calles de la ciudad de Buenos Aires. Previamente, sorprendió a muchos cuando tuvo una notable labor en los 5.000 metros del Campeonato Sudamericano de 1952, en Buenos Aires.

Se trataba de una época con amplio apoyo oficial para los deportistas y donde lucían sus aptitudes atletas de la calidad de Delfo Cabrera, Reinaldo Gorno, Corsino Fernández, entre otros.

UN PREMIO Y DESPUES EL CALVARIO

Para Lemos, imponerse en la carrera de calle el 20 de julio de 1955 entre el Obelisco y la Residencia Presidencial de Olivos, sería el comienzo de un “calvario” deportivo. Recibió entonces de manos del primer mandatario argentino, Gral. Juan D. Perón una motoneta como premio, escribió el investigador periodístico Alfredo Armando Aguirre.

Una destacada labor cumplieron el 7 de julio de 1956 los atletas Suárez (29’ 49” 1/10) y Lemos (29’ 49” 4/10). Ambos consiguieron establecer nuevos registros sudamericanos y estuvieron a punto de batir los obtenidos por Sandor Iharos (Hungria), Vladimir Kutz (Soviético, nacido en Aleksino, Ucrania) y Douglas Alistair Gordon Pirie (Leeds, Inglaterra) en el orden mundial.

Durante esa temporada Lemos estableció el mejor registro argentino y sudamericano de los 10 mil metros con 30’ 24”, hasta entonces en poder del atleta paranaense Raúl Ibarra. El 24 de marzo de ese año volvió a superar su registro individual de los 10 kilómetros con 30’ 10”.

El 16 de septiembre, el atleta sunchalense alcanzó en 3.000 mts., con un tiempo de 8’ 15” 9/10, en la pista de Villa Domínico, nueva marca nacional y sudamericana.

Luego llegó la suspensión política que le impidió participar en los Juegos Olímpicos de Melbourne. Con la “Revolución Libertadora” apareció la triste intervención Huergo a la CAD-COA. La “Comisión Investigadora” mediante el Decreto Nº 49 -que funcionaba en la vicepresidencia de la Nación, a cargo del almirante Isaac Rojas- fijó su posición en una nota publicada en la revista Nº 1942 de El Gráfico, firmada por los adeptos a ese gobierno, Dante Panzeri y Alberto Salotto, que apoyaban la decisión oficial.

A Osvaldo Roberto Suárez y Walter Cándido Lemos la Confederación Argentina de Deportes los marginó el 28 de septiembre de 1955 mediante decreto 83, según lo recuerda el historiador Alfredo Aguirre.

El reconocimiento de los atletas a los dos gobiernos populares y democráticos (entre 1946-1955) en declaraciones públicas, complicó sus vidas deportivas. Lo mismo ocurrió con la Primera Generación Dorada del Básquetbol que ganó la primera edición del Campeonato Mundial de la Especialidad en 1950 en el Luna Park.

Cuando finalizaron los Juegos Olímpicos de Melbourne 1956, con fracaso y papelón de la Argentina, en forma perversa e insólita, se levantó la sanción a Lemos y Suárez. En ese tiempo, los atletas nacionales continuaban entrenándose en la pista de Villa Domínico. Entre los últimos minutos de esa temporada y los primeros de 1957 participaron en la histórica corrida de San Silvestre, realizada en San Pablo (Brasil). El santafesino Lemos se clasificó cuarto en la carrera dominada por el bonaerense Suárez, quien le ganó al bicampeón olímpico de Melbourne, el soviético Vladimir Kuts. Unos días después, en el estadio de Pacaembú (San Pablo) el atleta sunchalense se impuso por amplio margen al subcampeón olímpico Gordon Pirie (británico).

Estas actuaciones de los atletas argentinos reforzaban los comentarios de la prensa internacional que hacía hincapié en que la intervención de la “Revolución Libertadora” impidió que los dos mejores atletas argentinos de esa época se adjudicaran varias preseas especialmente de oro y plata- en los Juegos de Melbourne 1956.

La temporada siguiente fue la de máximo esplendor deportivo para Lemos: el 17 de marzo de 1957 en la pista “Próspero Allemandri”, de Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires, estableció marca tope sudamericana en los 10 mil metros con 29’ 38” 8/10.

Lemos siguió entrenando y creciendo notablemente en su labor individual: 35 días después, el 21 de abril, en la media maratón (21.097 metros) celebrada en Viña del Mar (Chile), paró los relojes en 1 hora 5’ 15” 8/10, obteniendo el récord sudamericano en esa distancia.

Una de las espectaculares actuaciones de Walter Lemos aconteció el 7 de mayo de 1957 en Villa Domínico, donde venció en los 30 kilómetros con 1 hora 37 minutos 50 segundos 5 décimas, marca que se constituyó en récord argentino y sudamericano. Esta marca se ubicó a sólo 11 segundos del primado universal que ostentaba Emile Zatopek, considerado el mejor fondista del Siglo XX.

Debido a ello, el gobierno de la entonces Unión Soviética le formuló una invitación para visitar distintos países de esa jurisdicción, junto a la cantante y actriz Lolita Torres (Beatriz Mariana Torres Iriarte), quien era muy famosa por sus películas detrás de la llamada Cortina de Hierro, lo cual por los motivos políticos no pudieron realizar.

La revancha Olímpica llegaría participando de las Olimpíadas de Roma en 1960, aunque estaría lejos de aquellas performances, culminando en la 50° posición del maratón con un tiempo de 2h36m55s.

QUIZAS TARDIO, PERO RECONOCIMIENTO AL FIN

A partir del proyecto del concejal Oscar Trinchieri en su ciudad para que se lo recuerde con una calle, Lemos tendrá un merecido homenaje. En Buenos Aires, pocos años antes de su fallecimiento, la Dirección de General de Actividades Deportivas a cargo de Víctor Lupo lo incluyó entre los galardonados en la primera entrega del premio “Mary Teran de Weiss”; y en el Torneo Internacional Pierre de Coubertin, realizado en la ciudad de Mar del Plata, se le entregó el premio a su trayectoria atlética.

En el 2007, Walter fue incluido entre los galardonados con el premio “Delfo Cabrera”, que otorga el Honorable Senado de la Nación.