El viaje que casi no se da y un final de cuento de hadas para Emilia Acosta

(Por Darío Gutiérrez).- «A veces por algo suceden las cosas. Tuvimos muchos inconvenientes para que Emilia pueda estar en el Sudamericano, pero ahora pienso que valieron la pena. Todo termina teniendo su premio», nos cuenta aún desde Guayaquil, Víctor Ingaramo, entrenador de CREAR Club que acompañó a la juvenil gimnasta rafaelina de 13 años a su primer torneo internacional realizado en Ecuador.

Los resultados superaron con creces las expectativas. El segundo puesto en viga con la medalla de plata, la medalla de oro por equipos y el cuarto puesto general individual en la categoría AC4 (Sub 14) llenaron de satisfacción a todo el grupo argentino, y en particular a nuestros representantes.

Pero detrás de la foto final en el podio, con rostros felices, pasaron muchas cosas que merecen ser contadas, porque demuestran todo un sacrificio extra que se debe realizar desde el interior del país para acceder a este tipo de competencias de alto nivel.

«El domingo 6 de noviembre, a eso de las 16 estaba por mirar a la Academia en la final contra Boca, cuando me llegó un mensaje de una dirigente de la Confederación Argentina de Gimnasia preguntándome qué posibilidad había que Emilia pudiera viajar a Ecuador, porque se había lesionado una de las nenas», empezó el relato de Víctor, confeso hincha de Racing. Esta consulta apuntaba a que Emi era la primera reserva para el equipo argentino luego del selectivo que se había hecho hace algunas semanas.

Lo que en un principio parecía poco probable, terminaba dándose. En referencia a la posibilidad concreta de viajar, pero…todavía faltaba mucho por hacer en apenas un día de tiempo. A 550 kilómetros de CABA.

Fue así que empezaron a cruzarse un sin fin de inquietudes burocráticas y económicas. «En ese momento no sabía si teníamos que pagarlo nosotros al pasaje, empecé a buscar sobre los vuelos y las posibilidades a contrarreloj. Los pasajes estaban carísimos, asi que consulté con otros entrenadores para ver lo que se necesitaba, lo mismo con el secretario por la papelería. Pero era domingo y tenía que esperar hasta el lunes que abran las oficinas».

Por el tema económico, un dato fundamental, Ingaramo habló con la familia Acosta que con mucho esfuerzo estaba dispuesta a costear el viaje, aunque afortunadamente luego se informó que esa categoría (AC4) el pasaje iba a tener reintegro, al menos algo positivo. A todo esto, entre inscripción y hotel la erogación era de 500 dólares.

El viejo dicho que «Dios está en todas partes pero atiende en Buenos Aires» tiene décadas…y sigue vigente en pleno siglo XXI.

Ya en lunes, Víctor se levantó temprano en nuestra ciudad para empezar a llamar y con el secretario Lucas de la Confederación se empezó a averiguar en la empresa de pasajes que trasladaba a la selección, porque había que cambiar el nombre de pasaje de la nena que se lesionó, por el de la rafaelina. «Eso tardó hasta las 15, o sea que hasta esa hora no sabía si podíamos ir», continuó el entrenador.

La otra dificultad surgió cuando le avisaron a la mamá de Emilia que aquí en Rafaela no se podía hacer en un día la autorización especial para viajar al exterior, sino que debía gestionarse en Santa Fe y eso demoraba entre uno y dos días.

Mientras desde la CAA se había solucionado el tema del cambio de pasaje de la gimnasta, en Rafaela parecía frustrarse la posibilidad por lo burocrático. En ese momento surgió el comentario de la entrenadora nacional Camila Soto que ya en una oportunidad tuvo una dificultad parecida y se solucionó en la oficina del Aeropuerto de Ezeiza, que está abierta las 24 horas.

Volvía a reflotarse, pero a todo esto Emilia no sabía nada porque se prefirió evitarle estar al tanto de estas complicaciones. Sin embargo, hubo un par de horas de dudas porque su padre debía conseguir permiso para viajar a Buenos Aires. Afortunadamente eso también se destrabó y lograron en la medianoche llegar a CABA y cumplir con esos requisitos, y a las pocas horas la pequeña deportista ya estaba en el avión con sus compañeras.

A todo esto cabe señalar que en casi todos los deportes el ENARD no se hace cargo de las delegaciones nacionales en torneos internacionales juveniles. Solo en mayores, en este caso afortunadamente la categoría de Emilia tendrá reintegro, pero no así el de Victor como entrenador que se hizo cargo del suyo, y por eso viajó un día después buscando un precio más accesible. No se iba a perder el torneo tan esperado por su alumna desde los 5 años.

Podría decirse que el cuento tuvo un final feliz. Emilia, que algunas cuestiones de la rutina no las venía trabajando últimamente porque estaba entrenando para el Nacional de los próximos días, tuvo su gran torneo y se trajo dos medallas soñadas. Sin embargo, es importante contar también el detrás de escena de algunas cuestiones que en el deporte argentino a veces frustran sueños. Hay mucha gente con buena voluntad para solucionar problemas, pero también es cierto que algunas cosas debieran simplificarse. Si no fuera por la perseverancia de entrenadores, familiares y algunos dirigentes, hoy a lo mejor estaríamos hablando de otra cosa.